Los Umbrales del Velo

Las Chispas y su Danza
Cada chispa creó algo único: rayos plateados que iluminaban la oscuridad, susurros verdes que calmaban el vacío, brumas violetas que cantaban en silencio, y brasas doradas que nunca se apagaban.
Estas energías danzaban juntas, formando un universo lleno de vida y movimiento. El Velo, antes vacío, ahora era un lugar vibrante y cambiante.
La Creación de los Inframundos
Con el paso del tiempo, las chispas crecieron, se unieron y a veces chocaron entre sí. Uno de estos choques desgarró el Velo, creando los Inframundos: mundos únicos con reglas y paisajes propios.
Algunos eran cielos líquidos, mares de fuego o montañas de cristal; otros eran bosques donde la luz y la sombra bailaban juntas. Cada mundo era un reflejo de las energías que lo habían formado.

Los Umbrales del Velo
Un día, algo extraño ocurrió: se abrieron portales entre los Inframundos. Estos portales, llamados Umbrales del Velo, permitían viajar de un mundo a otro. Por primera vez, los habitantes de los Inframundos podían explorar lugares nuevos, aprender de otras culturas y compartir sus conocimientos.
Pero no todo era sencillo. Algunos veían los Umbrales como una oportunidad para colaborar, mientras que otros los consideraban una amenaza. ¿Deberían proteger sus mundos, o abrirse a lo desconocido?